sábado, 15 de junio de 2013

Granier y su juego de química Mi Alegría

¿Se acuerdan de los juguetes Mi Alegría? No sé si todavía existan, pero cuando yo era adolescente llegué a tener mi juego de química de esa marca y alguna de mis primas tuvo una de aquellas delirantes pelucas de plástico duro que al rememorarlas me hacen pensar en la Lady Senadora y otras ladies políticas y sociales de la misma o peor calaña.

He recordado mucho mi superchafa juego de química, a raíz de la zarzuela tabasqueña en la que el ex góber Andrés Granier, a quien muchos apodan El Químico, es personaje central, gracias a la acusación de corrupto que le hizo el actual góber pejoso de Tabasco, Arturo Núñez, a quien muchos apodan El Pingüino.
Esta delirante comedia de enredos tropical nos ha divertido ya a lo largo de algunas semanas, gracias a detallazos como el guardarropa de don Andrés (que presuntamente incluye mil camisas “organizaditas y bien planchaditas”, 300 trajes, 400 pantalones y 400 pares de zapatos) o frases célebres del propio Granier (“Me pasé de copas…, ese fue mi error”, “Voy a Rodeo Drive, voy a Miami y a Beverly Hills… y me compro unos zapatos” o “No soy rico pero vivo bien”, ésta luego de comentar que su fortuna asciende apenas a unos 25 milloncitos de pesos).

Bueno, ahora que el hombre ha regresado a México y se ha presentado de manera voluntaria ante la SEIDO, empiezan a decirse más cosas de él, como su amor por la familia, en especial por su hijo Fabiancito, a quien muchos apodan El Papayo (famoso en Tabasco por sus excesos y complicidades con el secretario de Finanzas José Manuel Saiz Pineda, hoy detenido), y por su hija Mariana (igualmente célebre en aquellas tierras por sus notables frivolidades… y por tener 14 millones de pesos en sus cuentas bancarias, hoy congeladas).

En fin, que el vodevil tabasqueño en realidad acaba de comenzar y lo mejor (o más bien lo peor) está por venir. Es como si El Químico se hubiera puesto a jugar con su juego Mi Alegría y una mala combinación de sustancias le hubiese estallado en la cara y dejado los cabellos de punta. ¡Auch!

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